miércoles, 22 de abril de 2009

El ventanal de la muerte

Y ahí estaba yo, parado al frente de una gran ventana donde se veía un reflejo espectral que se acercaba a mí, era la misma muerte en persona. No sabia que hacer porque estaba totalmente petrificado del miedo, derepente ahí fue cuando sentí un gran dolor que me atravesaba todo el cuerpo, me mire y estaba totalmente cubierto de sangre, mientras el sol estaba ya escondiéndose entre las montañas que alcanzaba a divisar por la ventana. A medida de que iba cayendo al suelo veía como mi sangre se derramaba, reflejando mi rostro.

Desperté de una noche que creía eterna, y aunque había visto el día de mi muerte no me causo ninguna sorpresa ya que como todo nuevo recluta en uno de los frentes de las FARC, tal vez tenia miedo pero además me sentía seguro en ese momento porque estaba durmiendo en la misma cama con mis compañeros de campamento.
Ese mismo día el jefe del campamento hablo de una gran oportunidad para atacar la vereda y robar la finca de una familia de indios que .me encomendó una difícil misión con mis compañeros para ir a atacar un pueblo donde había un soplón.
La desilusión inundaba mi alma ya que matar gente inocente no era mi mayor deleite. La misión empezó y llegamos dando disparos a los policías que veíamos, yo solo disparaba para sentirme seguro y creer que no estaba haciendo nada malo, que ellos eran los que merecían morir, pero en el fondo de mi mente el que verdaderamente merecía la muerte era yo. Se escuchaba la gente atemorizada correr por todas las calles del pueblo mientras avanzábamos matando a todo cabron que se nos cruzara en el camino. De repente estallo la bomba que habíamos puesto y fue destruida por completo una casa y la estación de policías. No esperaba ver que la gente que habíamos matado era gente inocente, estaba perdiendo los últimos vestigios de mi razón, nunca creí ver tanta muerte en un solo lugar. Ya habíamos llegado al lugar donde encontraríamos al tipo que fuimos a buscar, era un hogar familiar, el hombre al que buscamos para asesinar era propietario de una finca en las afueras del pueblo, lo íbamos a matar por ello.

¡¡Maldita sea!! No podía ser mas la desgracia después del temor que habíamos sembrado en el pueblo aun teníamos que robarle la propiedad a un inocente y darle un tiro en la cabeza para que no dijera nada, pensé que ojala y nunca me hubiera metido en esto, no quería causarle dolor ni temor a nadie inocente, solo quería luchar por un ideal pero vi en ese entonces que esa no era mi guerra. Armado hasta los dientes de valor, ira y el acero de mis armas entre en aquel lugar con mi compañero de equipo mientras el resto esperaba afuera vigilando que no nos fueran a emboscar, entramos y me di cuenta al instante que el pobre hombre estaba escondido con su familia en la parte de atrás de un bar, nos dirigimos hacia el lugar donde se escondían y apuntando nuestras armas hacia las cabezas de los inocentes nos acercamos lentamente. Estaban escondidos detrás de la barra y por la música que estaba tan fuerte no podíamos escuchar el llanto de ellos y pensé que tal vez seria mas fácil matarlos si no los escuchas, el compañero que tenia al lado tenia la intención de darles el tiro de gracia y allí fue cuando los vi, pensaba en huir para nunca volver pero seria inútil si ellos me buscaban y me mataban. Mis ojos lloraban viendo a esa familia en sus últimos momentos, mi compañero ya estaba decidido y fue ahí cuando pensé con lo último que me quedaba de cordura: si mis compañeros estuvieran muertos pues no me buscarían pero lastimosamente ya era muy tarde para llamar a las autoridades y entregarlos. Ya era parte de esa masacre y creía que debía terminar con ella antes de que mataran más inocentes. De repente volví en mi después de reflexionar con mis ojos llenos de lagrimas y mi mente llena de odio, mire al compañero de batalla que tenia al lado mientras el miraba con sed de sangre a esos inocentes, solté el rifle que tenia en la mano porque no tenia fuerza suficiente debido a que lo que iba a hacer me llenaba el corazón de temor, saque mi pistola que es mas liviana y apuntándole a la pobre familia pase a apuntarle a mi compañero en la cabeza y jale el gatillo. Y ahí quedo mi mejor amigo de la infancia muerto, mis manos estaban temblando debido al alto volumen de la música nadie escucho el disparo, me dirigí hacia la puerta donde estaba el resto de mi equipo pero que les diría al ver que voy solo, pensé en matarlos también ya que la rabia que tenia me había enceguecido le quite el arma a mi compañero muerto y me dirigí a la puerta, me di cuenta de que la familia ya había huido a tiempo y que ya mi seguridad no era importante, no importaba si moría o no. En la puerta vi que eran dos los miembros de mi equipo que faltaban y les avise que la familia había huido, ellos entraron al lugar insultando mi mediocridad por el hecho de que no los pude matar y mientras entraban los dos al mismo tiempo y sin sospechar nada alce mis dos pistolas y les dispare a cada uno en la espalda. La sensación de matar era impresionante y pensé que tal vez lo que estaba viviendo era un sueño y que si no era así entonces que ya estaba muerto. Justo al lado de aquel lugar estaba la alcaldía del pueblo y me dirigí hacia allí pasando entre la muerte, el fuego y la desolación que había dejado mi equipo de batalla, yo ya sabia que me estaban buscando ya que yo estaba a prueba por ser nuevo y mi cadáver era el único que no estaba en aquel lugar. En la alcaldía entre a la oficina del alcalde y divisando un hermoso paisaje en una gran ventana me di cuenta de que no vale la pena luchar, si no se va a luchar por un justo propósito.

Y ahí estaba yo parado al frente de una gran ventana mientras un hombre muy extraño entro en la oficina y después de reconocerme me apunto con el rifle que había dejado caer en el lugar donde había matado a mi mejor amigo, me di cuenta de que hasta ahí había llegado, baje la cabeza mirándome de abajo hacia arriba y lamentándome de mi existencia cerré mis ojos y me di cuenta de que ya estaba muy tarde para intentar remediar las cosas, aunque en mi interior estaba feliz porque había salvado una familia, sentí que esta guerra ha durado mucho tiempo y ya se ha derramado mucha sangre era mejor morir que darle muerte a personas inocentes. Sentí el dolor perforante de cientos de proyectiles en mi cuerpo y caí de rodillas mirando en el suelo mi espantoso reflejo en la sangre, todo empezó a tornarse obscuro hasta que deje de sentir, deje de odiar, deje de llorar, deje de sangrar, deje de vivir.

Edison Acevedo Tangarife
NO A LA GUERRA